Pasillos ensangrentados
y el hedor más espantoso que se pueda
imaginar
donde la gente compra comestibles
mobiliario de mala muerte
y monedas que van desde una mano sucia
a la otra.
Autobuses que pasan de largo
mientras desde el antiguo cine
brotan rezos y alabanzas
como torrentes de agua.
Si: otro señor
pasa con un trozo de vaca
al hombro.
Y en el último de los
pasillos ensangrentados
una pulcra gigantografía
con el rostro de Camiroaga
saludando a los que pasan.
El hablante lírico entonces se detiene,
prepara su celular,
apunta y dispara,
metiendo en la inmortalidad de su tarjeta
MiniSimm
el homenaje.
A metros de ahí
un infructuoso ciego
vende antenas para la tele
a luca,
sólo a luca.
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